lunes, 18 de julio de 2011
La vida de Marcelo Bielsa
CAPÍTULO I
El día en que 'El Loco' escogió el camino derecho
Federico Lareo, autor del libro ‘Las razones del Loco. Claves para entender a Marcelo Bielsa’, plasma desde hoy, y en cinco capítulos, las vicisitudes vitales y futbolísticas de nuevo entrenador del Athletic. En el primero de ellos desgrana el respaldo de su familia, vinculada a la abogacía y a la política, para poder entregarse a su pasión, el fútbol, aunque su currículum como jugador expiró cuando solo tenía 23 años.
ENCUESTA: ¿Qué le pides a Bielsa para el Athletic?
Marcelo Alberto Bielsa nació en Rosario, provincia de Santa Fe, un 21 de julio de 1955. Hijo de uno de los abogados más prestigiosos de la ciudad, Don Rafael Pedro Bielsa, y de Lidia Silvia Rosa Caldera, docente, fue criado en el seno de una familia de clase media alta. Es el segundo de tres hermanos: Rafael Antonio, dos años mayor que él, es también abogado y ha sido, entre otras funciones, ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de Néstor Kirchner; María Eugenia es arquitecta y en el año 2003 fue electa como la primera vicegobernadora de la provincia de Santa Fe.
Nadie hubiese imaginado que su destino no estaría vinculado al Derecho. Además de su padre, su abuelo Rafael fue uno de los abogados más importantes del país. Su hermano mayor siguió el mandato familiar, pero Marcelo decidió adoptar otro camino. "La mía es una familia de profesionales, y sin embargo, jamás se opusieron a mis vocaciones. Quise ser jugador de fútbol y lo fui. Fracasado, pero llegué a jugar en la Primera de Newell's Old Boys".
pasión por la pelota El Niño Marcelo, como le llamaban las criadas que trabajaban en su hogar y que le ha valido más de una broma por parte de sus amigos y compañeros de escuela, siempre tuvo una atracción devota por el fútbol. Un amigo suyo de la infancia cuenta que una vez, cuando estaban jugando a la pelota en un campito del barrio y Marcelo estaba a punto de ejecutar un tiro de esquina, llegó la Policía y se puso delante de él. Era una época donde las redadas eran moneda corriente en la Argentina y en toda Suramérica. Marcelo les hacía señas para que se corriesen, pues no podía tirar el córner con ellos ahí parados. Entonces se lo llevaron. Cuando sus padres acudieron a la dependencia policial para retirar a su hijo, él les dijo que los policías tenían su pelota. Y que si no se la devolvían, él no se iría. Finalmente y luego de mucho insistir, retornó a jugar al campito con sus amigos, y su pelota.
Marcelo parecía haber sido criado en otra familia. Sin ningún tipo de interés por seguir una carrera profesional, el despojo con el que vivía despertaba la curiosidad de sus amigos y parientes. Convencido de que su padre lo veía como a un "vago", él se vestía como lo hacían sus compañeros. En 1972, con apenas 17 años, tomó una de las decisiones más trascendentes en la vida de cualquier persona. Marcelo se paró frente a su madre y le comunicó que se marcharía de la casa, a vivir en la pensión de Newell's Old Boys.
Pasó de la comodidad del hogar a hospedarse en una habitación muy pequeña, donde apenas había lugar para su cama y su motocicleta. Fue el primer paso en pos de su carrera profesional. Es que anhelaba ser jugador de fútbol y estaba convencido de que a eso se dedicaría por el resto de su vida. "Nunca te guardes el último esfuerzo", era un consejo que solía darle su madre. La influencia de ella ha sido determinante para la vida de Marcelo. "Siempre fue muy rigurosa," cuenta Rafael, su hermano mayor, "para ella las cosas se deben obtener después de un trabajo muy largo; si no, no sabremos cómo perseverar para conservarlo".
La constancia que lo caracterizaría por el resto de su vida, resultó un tanto débil en esta oportunidad. A los seis meses de haberse marchado a vivir a la pensión decidió emprender la vuelta. "Mamá, volví", le dijo apenas puso un pie en su casa. "Bueno", le contestó ella, como si nunca se hubiese ido. A pesar de no seguir viviendo en la pensión del club, Marcelo seguía jugando en las divisiones inferiores. Lo hacía como marcador central, con el número 2 en la casaca. "Era un jugador rústico, muy temperamental", cuentan algunos de los que lo han visto jugar.
internacional... de rebote En 1976 se disputaba el Preolímpico en Recife, clasificatorio para los Juegos Olímpicos de ese mismo año. César Luis Menotti, por entonces entrenador de la selección argentina, no tenía tiempo para armar un equipo competitivo. Y como la Reserva de Newell's estaba teniendo un excelente desempeño en su categoría, Menotti le hizo un inusual pedido a Jorge Griffa, DT del equipo rosarino: "Jorge, necesito que la reserva de Newell's Old Boys nos represente en el Preolímpico". Así fue como Bielsa viajó hasta Brasil y se calzó la camiseta de Argentina. Además, para sorpresa suya, fue elegido parte del equipo ideal de aquel torneo.
En ese mismo año, unas semanas más tarde, debutó en la Primera División con Newell's. Fue en un partido contra River Plate, en el que este último se impuso por 2-1. Luego jugó un partido más y le comunicaron que debía irse cedido a Instituto de la provincia de Córdoba. Nunca se halló cómodo en ese lugar y tampoco logró asentarse en el plano futbolístico. Un día el preparador físico llevó al plantel a realizar una entrada en calor y les ordenó que lo hicieran al ritmo de la música que sonaba. A Marcelo eso le pareció suficiente y decidió abandonar el club cordobés.
Así es como retornó a su ciudad natal y en 1978 pasó a jugar en Argentino de Rosario, un equipo que en ese entonces militaba en la cuarta división del fútbol nacional. Marcelo tenía 23 años y pese a su juventud entendió que si su futuro era jugar en esa categoría, prefería retirarse. Y lo hizo. Con tan solo 23 primaveras decidió abandonar la práctica profesional del fútbol.
capítulo II
Un viaje en Renault 6 que desembocó en el título de Newell's
Bielsa descubrió con rapidez que su rol sobre el césped tenía más futuro en la banda que dentro del rectángulo. En 1979, con 24 años, afrontó su viaje iniciático hacia la gloria. Lo hizo desde la Universidad de Buenos Aires antes de presentarse ante Jorge Griffa para solicitarle un puesto en el Newell's. Seis años le bastaron en las categorías inferiores antes de sorprender en el Apertura, preludio del título que ganó a Boca en 1991.
Durante sus últimos años como jugador de fútbol, Marcelo Bielsa
estudió el Profesorado de Educación Física. En ese tiempo en el que ya vislumbraba que no tendría éxito como futbolista, empezó a estudiar y analizar vídeos de partidos de Ligas europeas que un tío de un amigo suyo le hacía llegar. La vocación por la dirección técnica parecía aflorar en este joven de 24 años. En 1979 logró recibirse de aquello que estudiaba y, con el título bajo el brazo, se mudó a la ciudad de Buenos Aires. Gracias a los contactos de su hermano Rafael, que trabajaba en la función pública, consiguió un trabajo como entrenador de la selección de fútbol de la Universidad de Buenos Aires. Era su primera experiencia en la dirección técnica y Bielsa comprendió que ese era su lugar en el mundo.
Uno de los jugadores de aquel plantel cuenta que "su llegada fue todo un shock. Antes teníamos un técnico que vivía borracho, que no sabía ni dónde estaba parado. Llegó Marcelo y apenas puso un pie, mostró su forma de ser, todo derechito, tratando a todos de usted, con sus conos, banderas y cronómetro para entrenar." Eloy del Val, capitán de ese seleccionado, destaca que llegaban a practicar la misma jugada durante más de una hora. Y agrega: "Una vez, después de un partido, mantuvimos una discusión acalorada. Y en un determinado momento, observo que empieza a arremangarse la camisa. Y me dice Señor Del Val, esto lo vamos a arreglar nosotros solos en el vestuario. Y nos terminamos agarrando a golpes de puño." Pese a esta situación puntual, todos recuerdan a Bielsa como una persona frontal, muy trabajadora y que les ha dejado infinitas enseñanzas. No resultó fácil la aplicación de métodos tan estrictos en una plantilla que consideraba el fútbol una cuestión secundaria. Y, sumado a que la Universidad no podía satisfacer los pedidos que el entrenador hacía para poder desempeñar mejor su labor, luego de un año de haber trabajado allí decidió renunciar. Y emprendió el camino de vuelta a su Rosario natal.
a reclutar jugadores Era 1984 y Bielsa ya bordeaba los 29 años. Un día se presentó ante Jorge Griffa, que se desempeñaba como entrenador en las divisiones inferiores de Newell's Old Boys, y le solicitó que lo dejara trabajar a su lado. Sin mayores reparos, Griffa aceptó a quien ya conocía, pues lo había dirigido años atrás. La primera tarea que le encomendó Griffa fue la búsqueda de jóvenes valores que quisieran incorporarse a las filas del club. Carlos Altieri, amigo suyo de toda la vida, cuenta: "Al principio, le dieron una división que no era tan importante y un año después empezó a reclutar jugadores. Marcelo se toma un año en el que hace toda una selección de jugadores, recorriendo el país en un Renault 6. Yo lo acompañé en muchos viajes, como amigo. Me acuerdo que una vez fuimos a Bahía Blanca. Salimos a las siete de la tarde de la terminal de ómnibus y a las pocas horas el colectivo paró, creo que en Junín. Bajamos a comer una pizza y cuando volvimos el coche estaba lleno. Nosotros creíamos que teníamos el pasaje con asiento, pero no era así. La cuestión es que viajamos parados desde las once y media de la noche hasta las ocho de la mañana hasta que llegamos a Bahía Blanca. Creo que eso lo pinta de cuerpo entero a Marcelo".
La llegada de Mauricio Pochettino al club es también toda una curiosidad. Bielsa, guiado por el comentario de un hombre en una parrilla y sin haberlo visto jugar, fue a buscarlo a su pueblo a la una de la madrugada, para convencerlo que fichara para Newell's.
Con el paso de los años, Marcelo fue construyéndose su propio lugar dentro de la institución. Todas las categorías que dirigió resultaron campeonas. El paso a la Primera División estaba a la vuelta de la esquina. Y la oportunidad se le presentó en julio de 1990. Fue Jorge Griffa quien convenció a los dirigentes de que ese joven de 35 años estaba capacitado para llevar adelante una plantilla de futbolistas profesionales. Y no se equivocó.
su política de austeridad Apenas asumió la Primera División, debieron realizar una gira por el interior del país. Bielsa les había anticipado a los dirigentes que él prefería la austeridad a los lujos. Y así fue: se hospedaron en hoteles de dos estrellas. Fernando Gamboa, integrante de aquella plantilla, cuenta: "Me acuerdo que en Tartagal, Salta, el hotel era deprimente. Llegamos y no queríamos bajar. Se lo dijimos a Bielsa. Él nos juntó en el fondo del micro y nos dijo: El hotel no es bueno, así que hay dos posibilidades: nos quedamos o nos vamos. Todos nos miramos, o mejor dicho, los más chicos miramos a los referentes pensando qué podíamos responder, pero Bielsa dijo: Nos quedamos acá. Ahí nos dimos cuenta de que había preguntado por cortesía."
Con muchos jugadores que el mismo Bielsa había promovido, logró coronarse en el Torneo Apertura de 1990, lo que habilitó a Newell's a disputar una final con Boca Juniors, ganador del Torneo Clausura, en julio de 1991. En el vestuario, minutos antes de ese encuentro, les dijo a sus jugadores. "Nosotros tenemos que reconstruir una sensación, algo muy profundo: remitirnos a los 14 años, cuando en el barrio nos tocaba jugar contra aquellos rivales a los que les teníamos bronca y no nos importaba nada más que eso, ni el lugar, ni la hora, nada. Porque lo único que nos interesaba, justamente, era jugar". Newell's ganó aquella final en definición por penaltis. Bielsa parecía alcanzar su sueño máximo.
capítulo III
Del idilio con Newell's al amor con Argentina
Marcelo Bielsa siempre quiso crecer profesionalmente. Había hecho campeón al Newell's, el equipo de sus amores, pero buscó nuevos horizontes que satisfacieran su amor al trabajo. Los encontró en Vélez Sarsfield, club al que también llenó de laureles y demostró que lo que había conseguido antes no fue flor de un día. Su rápido paso por el Espanyol fue el preludio de su doctorado con la selección argentina.
Luego de aquella primera consagración con Newell's llegaron otras
tantas satisfacciones. El equipo rosarino dirigido por Marcelo Bielsa alcanzó la final de la Copa Libertadores de América en 1992. Pese a no haber logrado el triunfo, aquella participación se consideró histórica. Algunas semanas después, Newell's se coronaba nuevamente campeón del Torneo Clausura. Su primera experiencia como entrenador profesional ya era todo un éxito.
Unos días después de aquel título, y para sorpresa de todos, Bielsa decidió desligarse del club de sus amores. "Fue como si nos arrancaran un pedazo de nuestro corazón", dijo Gustavo Raggio, integrante de aquel equipo, algunos años más tarde. El entrenador había manifestado que esa decisión era lo mejor para el club y para él mismo.
Así fue como en 1992 partió con el cariño de media ciudad de Rosario a cuestas y arribó en México, para dirigir al Atlas de ese país. A ese club lo dirigió en dos oportunidades, y luego tuvo un breve paso por el América. Algunos dicen que le ofrecieron dirigir a la selección nacional de México, pero que desestimó el ofrecimiento.
En 1997 volvió a Argentina para dirigir al Vélez Sarsfield. El equipo de la capital federal estaba atravesando sus años más gloriosos, pues bajo la dirección técnica de Carlos Bianchi había logrado consagrarse campeón del Torneo Argentino, de la Copa Libertadores y de la Copa Intercontinental. La tarea para Bielsa no era sencilla. Debía estar a la altura de las circunstancias y satisfacer a una hinchada acostumbrada a obtener buenos resultados.
DE LA TIRANTEz AL RESPETO "Al principio la relación era un poco difícil, porque él es un poco distante", cuenta Christian Bassedas, jugador de Vélez en aquellos años. José Luis Chilavert, arquero, capitán y principal referente del equipo, tuvo un enfrentamiento directo con Bielsa. "Si no les gusta cómo trabajo, se pueden ir", le había dicho el entrenador en una charla a todo el plantel. Chilavert no lo pensó dos veces: se levantó y se fue. El tiempo y las conversaciones que mantuvieron fueron limando las asperezas. En un viaje que hizo Vélez en avión, se sentaron uno al lado del otro. En medio de fuertes turbulencias que sufría el vuelo, Bielsa miró al guardameta y le preguntó: "Chilavert, ¿usted es feliz?". El arquero lo miró atónito y sonrió. Algunos años después, cuando el jugador migró a Francia, Bielsa lo llamó y le agradeció por no haberle puesto al plantel en su contra. Hoy, los une una relación de sincero respeto y profunda cordialidad.
Vélez se consagró campeón del Torneo Clausura en 1998 apenas perdiendo un solo partido. El plantel estuvo integrado por jóvenes jugadores a los que Marcelo les dio un lugar en Primera División y que luego tuvieron un exitoso paso por el fútbol europeo, como Bassedas, Mauricio Pellegrino y Lucas Castroman, entre otros. "Se lo dedicamos a Bielsa, que le debemos mucho", fue lo que declararon los jugadores luego de la consagración.
Pese a haber estado solo una temporada en el club, allí lo recuerdan como a un ídolo. "Como persona y como entrenador, es lo mejor que conocí en el fútbol. Por lejos.", sostiene hoy Fernando Pandolfi, jugador promovido por el técnico.
En ese mismo año 1998 llegó el ofrecimiento del fútbol europeo. Del Espanyol de Barcelona, más precisamente. Pero los rumores que lo señalaban como futuro entrenador de la selección argentina eran cada vez más fuertes. Eso lo llevó a agregar una cláusula en el contrato que firmó con el club catalán, que indicaba que se podría rescindir si llegaba el ofrecimiento de la Asociación del Fútbol Argentino. Y la oferta llegó. Bielsa apenas dirigió seis partidos, poco y nada como para hacer una evaluación de su paso por el fútbol del Viejo Continente.
la leyenda de un apodo El Loco, apodo que le valió luego de salir a correr con una granada en la mano a la barra brava de Newell's cuando estos lo fueron a buscar a su casa para increparlo por un mal resultado, retornó a Argentina para hacerse cargo de la dirección técnica del seleccionado. Era un equipo que venía de tener una mala actuación en el Mundial de Francia y estaba necesitado de buenos resultados y, sobre todo, de títulos. El modelo de Bielsa había tenido éxito en todos los clubes donde había sido puesto en práctica y, por lo tanto las expectativas de los argentinos eran muchas.
Su primer partido sentado en el banco de la selección nacional fue en febrero de 1999, en un amistoso ante Venezuelaque finalizó con triunfo albiceleste por 2-0. Empezaba un largo proceso que lo tendría a Bielsa como protagonista hasta el año 2004, cuando decidió presentar la renuncia. Pero eso es parte de otro capítulo.
capítulo IV
Bolígrafos de colores y cuadernos de apuntes
"Yo soy Marcelo Bielsa". Presentarse así en el vestuario de una selección como la argentina es una declaración de principios. Un detalle de que el técnico de Rosario pretendía marcar un estilo, dentro y fuera de la cancha. Lo consiguió en parte. Fracasó en el Mundial de Corea-Japón 2002 tras caer en la fase de grupos, pese a partir como favorita, pero llevó al combinado albiceleste al título olímpico en Atenas'04.
BUENOS días, yo soy Marcelo Bielsa". Así se presentó el entrenador al
plantel argentino en su práctica inaugural. Una de sus primeras medidas fue la de no conceder entrevistas personales a los periodistas. "¿Por qué le voy a dar una entrevista a un tipo poderoso y se la voy a negar a un pequeño reportero de provincias? ¿Por qué voy a acudir a una emisora líder cada vez que me llame y en cambio jamás a una pequeña radio del interior? ¿Cuál es el criterio para hacer una cosa así? ¿Mi propio interés? Eso es ventajismo", le confesaría años después a Pep Guardiola, cuando el entrenador catalán acudió a Bielsa para que le diera consejos sobre la vida profesional. De esa forma, Marcelo logró ganarse el fastidio de los principales periodistas deportivos del país, acostumbrados a tener la exclusiva del seleccionador cuando ellos dispusieran. No faltaría la oportunidad para que estos tomaran revancha de aquella disposición y lo criticaran, al punto de condenarlo por la eliminación en primera ronda del Mundial de Corea-Japón 2002. Pero Bielsa se mantuvo fiel a su estilo y la decisión de solo dirigirse a los medios en ruedas de prensa perdura hasta el día de hoy.
El Loco llegaba a la selección argentina con una metodología de trabajo que no era habitual. Alguien cercano a su gestión comenta: "Siempre tenía a mano una colección de bolígrafos de diferentes colores y pilas de folios de papel: algunos en blanco, otros con líneas y otros con el área marcada. Lo que hacía, entre otras cosas, era dividir cada partido que estudiaba en segmentos de cinco minutos, anotando con bolígrafo de un color qué equipo controlaba esos cinco minutos; con otro color, las oportunidades de gol; con otro, el porcentaje de posesión; con otro, dibujaba las jugadas; y con otro calificaba con una puntuación del 1 al 10. Era un trabajo duro. De 10.00 de la mañana a 10.00 de la noche, trajinaba sin parar: grabando, editando, coloreando, haciendo anotaciones. Y construyendo la biblioteca de fútbol más culta del planeta".
métodos inalterables Los que solían frecuentar el predio de Ezeiza, lugar donde se llevaban adelante los entrenamientos de la selección argentina, han revelado algunas de las manías que tenía Marcelo: contaban que a las 7.15 desayunaba rodeado de una pila de diarios y que, para sorpresa de algunos, no arrancaba leyendo las noticias deportivas, sino que se informaba leyendo todas las secciones del diario. A las 12.30 puntual, ingresaba en el salón comedor para almorzar. En cuanto a la distribución de las habitaciones, Bielsa también era puntilloso: distribuía a los jugadores en siete cuartos, separándolos por puesto, por clubes y por edades, con el fin de que se conocieran mejor.
Su debut fue en febrero de 1999. En el invierno de ese año, llegó el turno de la primera competencia oficial. Fue en la Copa América de Paraguay. Argentina tuvo un magro desempeño y quedó eliminada en cuartos de final ante Brasil. A Bielsa aquella participación le sirvió para probar jugadores, sobre todo del medio local, y saber con quiénes contaría para lo que se avecinaba: las eliminatorias para el Mundial de Corea-Japón 2002.
El primer partido fue el 29 de marzo de 2000, con triunfo de Argentina por 4-1. Esas eliminatorias serían recordadas por el extraordinario desempeño que tuvo el equipo. Logró la clasificación para el Mundial varias fechas antes de la finalización, con récord de puntos obtenidos. Ganó trece partidos y perdió solo uno, contra Brasil en terreno carioca. Las crónicas dan cuenta de un equipo avasallador, que salía a buscar el triunfo no importara dónde y que imponía sus condiciones de juego en cualquier circunstancia.
la decepción Cuando llegó la hora de viajar al Mundial, todos daban por descontado que Argentina volvería con la Copa. Pero nada resultó más lejano a la realidad. En el primer partido, logró un triunfo ante Nigeria. Pero luego cayó derrotado contra Inglaterra y empató con Suecia. Esos 4 puntos significaron la eliminación en primera ronda y uno de los mayores fracasos en la historia del fútbol argentino. El golpe fue durísimo. En el vestuario después de ese partido con Suecia, los jugadores se encontraron con un Bielsa inédito. En un costado, sentado, solo, lloraba como un chico. Un llanto desgarrador que terminó por conmover a todo el plantel. "Pocas veces vi a un entrenador así como estaba él. Estaba quebrado, destrozado", analiza con el tiempo Juan Sebastián Verón.
La vuelta a la Argentina no fue sencilla. Bielsa se recluyó en una estancia en Santa Fe y no atendió ni el llamado de sus amigos. Le costó muchísimo asimilar aquel golpe. Pero el reconocimiento por el trabajo realizado durante toda su gestión no tardaría en llegar. Desde la Asociación del Fútbol Argentino le ofrecieron renovarle el contrato como entrenador de la selección nacional. "Parece que como perdimos no tenemos más derecho a nada. Yo tuve la suerte de que me renovaran el contrato, lo agradezco, lo celebro y lo valoro. Es el mayor éxito de mi carrera deportiva. Es un reconocimiento en el fracaso", declaró luego de la rúbrica.
La prensa argentina le destinó feroces críticas, que Bielsa fue convirtiendo primero en silenciosos reconocimientos y luego en abiertos elogios. Las eliminatorias para el Mundial 2006 habían comenzado tal como habían finalizado las anteriores. Luego llegó la Copa América de 2004, donde Argentina perdió la final con Brasil en la tanda de penaltis. Y semanas más tarde, la obtención de la medalla de oro en fútbol en los Juegos Olímpicos de Atenas, título inédito para la historia deportiva de este país.
Pero cuando parecía que El Loco había logrado definitivamente transformar los silbidos en aplausos, decidió renunciar a su cargo. "Me quedé sin energías", fue lo que confesó en la rueda de prensa. Y sonó sincero.
Capítulo V y Ultimo
Reflexiones desde el monasterio
Un periodo de reflexión en un convento fue el preludio de lo que se convirtió en una aventura que acabó en triunfo. Su llegada a la selección de Chile marcó un antes y un después en el combinado transandino. Bajo su mando los chilenos lograron una histórica clasificación para el Mundial de Sudáfrica'10, en el que logró meterse en la ronda de octavos de final, donde cayó ante el poder de Brasil.
Bielsa se abstrajo hasta de su propia familia y llegó a instalarse en un convento para pensar y reflexionar. "Cuando me fui del seleccionado, me encerré en un convento. Me llevé los libros que quería leer. No llevé teléfono, ni tuve televisión. Leo mucho y no creo que nadie lea tanto de fútbol como yo. Pero duré tres meses, porque empecé a hablar y responderme solo. Me estaba volviendo loco de verdad", confesó.
El período postselección argentina fue un tanto particular. Marcelo
En agosto de 2007, le llegó un ofrecimiento de Chile para hacerse cargo de la selección de ese país. Bielsa lo pensó mucho, como cada decisión que toma, y aceptó. Llegaba a un país que tenía una mentalidad futbolística bastante disímil a la de Argentina, un tanto menos profesional. Torcer esa tendencia era una de sus principales metas. Sabía que logrando eso podía llevar a Chile a un Mundial luego de doce años sin participaciones en Copas del Mundo. En su primera conferencia de prensa, en la que un periodista le recriminó que le parecía exagerada la cantidad de dinero que cobraría, Bielsa contestó: "Lo que usted me pregunta tiene que ver con las cifras que maneja el fútbol y que son ofensivas para la gente, por lo cual expresarse sin mentir en ese sentido es muy difícil. Yo sinceramente, no vine a intentar trabajar, movilizado por el dinero."
Marcelo se instaló a vivir en el complejo Pinto Durán, el centro de entrenamientos del seleccionado. Les pidió a las autoridades del fútbol de ese país que lo remodelaran de acuerdo a sus indicaciones. Y así lo hicieron: se acondicionaron las canchas y las dependencias para los jugadores. El ciclo Bielsa daba sus primeros pasos.
COMIENZO ESPERANZADOR Su debut fue en septiembre de 2007, en un amistoso ante Suiza. Pero lo verdaderamente importante comenzaba a disputarse en octubre de ese mismo año. Por la primera fecha de las eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica 2010, Chile debía viajar hasta la Argentina para enfrentar al seleccionado local. Fue victoria del equipo rioplatense por 2-0. En la segunda jornada, Chile recibió a Perú y logró su primer triunfo en una competición que lo tendría como protagonista.
Al cabo de las 18 jornadas, Chile clasificó al Mundial en segundo lugar, por detrás de Brasil, logrando una efectividad del 61%, un rendimiento histórico para el fútbol trasandino. Venció a la Argentina después de muchísimos años; derrotó a Paraguay en Asunción y logró la clasificación en Colombia, una jornada antes de la finalización.
Fue tratado como un héroe por el pueblo chileno. La gente lo adoró y lo adoptó como un hijo pródigo de la patria. Bielsa trascendió el espectro del fútbol: fue convocado para disertar ante los empresarios más importantes del país y recibió elogios de la presidenta Michelle Bachelet. En una de esas charlas admitió: "La relación éxito y fracaso ha sido fundamental en mi vida, pero el éxito y la felicidad no funcionan como sinónimos."
UN MUNDIAL PARA LA HISTORIA En el Mundial de Sudáfrica, Chile logró lo que hacía 48 años no podía obtener: un triunfo. Fue en el primer partido, ante Honduras. Luego derrotó a Suiza y perdió con España. Logró el pasaje a la segunda ronda, también un hecho histórico para el fútbol chileno. En octavos de final le esperaba Brasil. El equipo cinco veces campeón mundial fue superior y venció por 3-0. Bielsa remarcó: "Nunca se puede abandonar una competencia de esta magnitud sin tristeza, frustración o decepción. También me da lástima porque los jugadores hicieron un esfuerzo muy grande para ofrecer lo mejor de cada uno. Por imponer nuestro método, hicimos lo máximo. Es muy difícil asumir que esto ya no nos pertenece. Es una lectura positiva el balance de este Mundial. Sólo cuatro de los equipos que clasificaron sacaron seis puntos y nosotros lo hicimos".
Cuando el plantel retornó al país, los recibieron como verdaderos héroes nacionales. El presidente Sebastián Piñera los invitó a la Casa de Gobierno. "Yo entendí que no había nada que festejar. Por lo cual entendí que la invitación perseguía objetivos diferentes", dijo el entrenador. Lo cierto es que el gobierno del conservador Piñera nunca tuvo la simpatía de Bielsa y eso quedó demostrado en el frío saludo que le ofreció el argentino. Él comprendía que el gobierno estaba usando el buen momento del seleccionado de fútbol para acaparar la atención y la popularidad del pueblo chileno a su favor.
Meses antes de las elecciones a presidente en la Asociación Nacional de Fútbol Profesional de Chile, Bielsa anunció que si se coronaba Jorge Segovia, él dejaría su cargo. El 4 de febrero de 2011, cumpliendo su palabra, renunció a la dirección técnica del seleccionado.
Bielsa es un hombre de palabra. Es incapaz de traicionarse a sí mismo. No existen contratos millonarios que puedan quebrantar ese compromiso. Sucedió en Chile cuando tuvo que renunciar. Y sucedió ahora, cuando prometió a Josu Urrutia que si asumía como presidente él sería el director técnico del Athletic. Tuvo ofertas tentadoras, como la que recibió del Inter de Milán, que debió rechazar porque no podía traicionar el compromiso pactado.
Y ahí está ahora. Sentado en el banquillo del Athletic, a punto de comenzar un nuevo capítulo en su frondosa y riquísima carrera profesional.
FUENTE: http://www.deia.com
Periodista, autor del libro 'Las razones del Loco. Claves para entender a Marcelo Bielsa', federico lareo.
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